Se insinúa… en los momentos difíciles, como un prestamista ante un jugador desesperado.
¡Promete!… sin decir nada.
Se muestra generoso ante tanto egoísmo, aunque no nos toque nada.
Se hace ‘interpendiente’ y… crea afición; crea atención; crea admiración.
Enamora.
Nos sentimos llamados ¡a no se sabe qué!; y acudimos… a no se sabe dónde.
Es como un truco de magia. ¡Todo resulta ser… magia! Y por mucho que nos empeñemos en buscar el truco, no lo encontramos porque no lo hay.
¡De repente!… parece que la magia nos ha tocado; ¡que la suerte nos ha llegado! Y cuando se la empieza a saborear, algo de amargo… ha tocado…
Nos ha vapuleado una y otra vez, como aireando de la alfombra… lo que se ha quedado; lo que no se ha marchado.
A veces, sensación de muy golpeados; otras, ¡de olvidados!
Sus ausencias son nostalgias de emociones. Sus presencias… son conmociones.
¡Nada es!… si no está.
¡Todo es!... con tan solo sugerirlo; con tan solo airearlo.
Siempre… se muestra… Eterno…
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